miércoles, 2 de abril de 2014

Novela

Capitulo uno

Tristán no te vayas aun te amo me gritaba desde la puerta de su departamento mientras yo me alejaba entre lágrimas porque aun la amaba desde lo más profundo de mi ser, sin embargo, sabía que no podíamos estar juntos, que nuestros sueños eran incompatibles y que lo mejor era separarnos ahora y no cuando el amor fuera más grande y por ende el dolor en la separación también, está a sido la decisión más difícil en toda mi vida, mi corazón me dice que voltee a ver esos ojos que tanto busque y que me dé cuenta que con ella está mi camino, pero sé que no es así, sé que si me quedo a su lado solo la haría sufrir, porque  solo eso se hacer generar sufrimiento en las personas que más quiero y a ella de verdad la amo y por eso debo alejarme y junto a mi  alejar esta maldición de ella, no quiero que sea consumida  junto a mí, no quiero verla sufrir de verdad que no. Para entender de lo que estoy  hablando primero tengo que contarles de que se trata esta maldición que me atormenta y no me deja estar al lado de mi amada Nieves, todo comenzó  hace casi 200 años atrás cuando yo nací, vengo de una familia de inmortales he visto pasar muchas cosas pero esa es otra historia, lo que hoy me trae hasta mi nacimiento fue lo que me dijo mi padre a penas salí del vientre de mamá lo recuerdo porque esa frase me dejo marcado de por vida mi padre me dijo –Tristán si de verdad amas a alguien aléjate es lo mejor que puedes hacer, yo ame a tu madre y ella me acepto, ahora sufre porque sabe que  te tengo que alejar de ella  y que nunca más la veras, hijo lo siento pero esta es mi herencia.-  esas palabras las tengo tatuadas en mi corazón, no poder sentir lo más hermoso del mundo. Valla que herencia me dejo mi papá. Esa es mi pena no poder ser amado y peor aún no poder ser amado por ella, la luz de mis ojos, Nieves era la mujer perfecta para cualquiera y yo la tenía a mi lado, me había elegido a mí y no podemos estar juntos.   Al principio de los tiempos no entendía por qué, hasta que una vez decidí abrir mi corazón a alguien ella se llamaba Emilia, era una joven campesina que trabajaba para una familia de españoles, ella no era una criada cualquiera era la protegida del señor Andrés un hombre robusto de larga barba y poca cabellera. Emilia era una mujer, sencilla, amable, hermosa, recatada como todos en esos tiempos.  Yo me dedicaba a la carpintería y trabaja también para el señor Andrés, le confeccionaba los muebles y todo lo que él pidiera. Un día iba a dejar una cajonera que me habían pedido y la vi, sus ojos me cautivaron inmediatamente era perfecta, hermosa y más importante aún era autentica, quede cegado desde la primera vez que la vi, mi corazón latía a mil por hora, era como si se fuera a salir de mi pecho, en esa ocasión me olvide de todo incluso de la famosa herencia, recuerdo que cuando la vi de la impresión no me fije que mi pie estaba debajo de la cajonera y cuando la fui a bajar para saludar y pedir permiso para entrar, la deje caer encima de mi pie izquierdo, trate de disimular lo más que pude el dolor, lo que al parecer  no fue suficiente mi cara me delataba, sin embargo, valió la pena ese dolor la vi sonreír y me enamore, la empecé a buscar, la invitaba  a salir con la autorización de don Andrés que la cuidaba como a una hija y comenzó a escribirse nuestra historia de amor estábamos hechos el uno para el otro, definitivamente ella era mi alma gemela y fue ahí cuando me di cuenta del poder de esta maldición cada día que pasábamos juntos el tiempo la consumía más y más, cada maldito día que pasaba a mi lado ella se avejentaba demasiado era como si su vida tuviera fecha de expiración y lo nuestro la adelantaba, nuestro amor no duro más de dos semanas y fue ahí cuando entendí  lo que papá me dijo y por qué me alejo de mi mamá.  Personas como yo no podemos ser amadas, estamos destinados a una vida llena de soledad.   Desde entonces comencé a viajar por todo el mundo a conocer lugares exóticos y hundirme en esta profunda soledad, no quería que nadie más saliera lastimada por mi culpa, no pasaba mucho tiempo en los lugares que visitaba para no encontrar a otra Emilia y volver a enamorarme y verla morir entre mis brazos no podría soportar llevar otra muerte sobre mis hombros.    

Capítulo 2    

Creo que es hora de contarles como conocí a Nieves, lo recuerdo perfectamente era primavera yo estaba sentado en una banca de la plaza que estaba cerca de mi oficina tomando un poco de aire, esperando que la hora de colación terminara para continuar trabajando, cuando por la acera del frente iba caminando una chica que no dejaba de estornudar, me pare y me acerque a ella, cuando me miro era Emilia su imagen estaba en cada parte de ella, no lo podía creer todo lo que había luchado para no encontrar a otra mujer como Emilia fue en vano, ahí estaba parada frente a mi trate de disimular mi sorpresa y con una voz disfrazada le ofrecí un pañuelo, ella con una sonrisa tímida solo asintió con la cabeza, saque el pañuelo del envase y se lo pase me dijo muchas gracias y cuando ella se alejaba de mí una fuerza sobrenatural me hizo tomarla del hombro y preguntarle su nombre, me miro con una cara entre miedo y sorpresa y me dijo me llamo Nieves y ¿tu?.  Yo no sabía que hacer le respondo o no, algo me decía que si seguía esta conversación no podría dejarla ir nunca más así que, le invente un nombre le dije me llamo Matt mucho gusto.  Ella me sonrió, miro su reloj y con cara de susto me dijo oh disculpa estoy muy atrasada me tengo que ir un placer Matt y gracias por el pañuelo de verdad lo necesitaba. Y desapareció me quede un rato parado, pensando en que quizás solo fue una coincidencia y que no la volvería a ver nunca más, eso me dejo un poco más tranquilo, quizás el destino me estaba jugando una broma, aunque así fuera yo sabía lo que tenía que hacer, me tenía que ir de ahí lo antes posible no podía correr el riesgo de volverla a ver porque no iba a ser responsable de mis actos, quizás esta vez pude contener el impulso de tomarla por los brazos y besarla pero yo sabía que no era capaz de hacerlo.  Rápidamente subí a la oficina de mi jefe para decirle que tenía que viajar de manera urgente y que no podía seguir trabajando para él y que por favor me trasladara a otra sucursal, cuando abrí la puerta miro a mi jefe, el me mira con cara de sorpresa y me dice  –Tristán que bueno que aparezcas por acá justo quería hablar contigo, mira ella es Nieves y a partir de hoy trabajara con nosotros, y me encantaría que tú le enseñaras todo lo que debería saber acerca de nuestra empresa ¿hay algún inconveniente? Maldición lo que me faltaba la razón de mi visita a la oficina de mi jefe estaba sentada al frente mío mirándome y quizás preguntándose ¿no se llamaba Matt? - Ningún problema- dije sin pensar- yo le hare saber todo lo necesario, y después tengo que pedirle un favor. - ¿No querrás que te traslade otra vez?-me pregunto con tono burlo - Jajajaja no, no se preocupe es otra cosa- maldición tendré que hacer todo lo posible para convivir con ella y que no se dé cuenta que sin razón alguna ya la amo. - Muy bien, entonces Nieves te presento a Tristán el será tu guía a partir de hoy y bienvenida a la editorial sueños. - Muchas gracias señor, le prometo que no se arrepentirá. Nieves se acercó a mí, me miro por unos instantes, espero a que saliéramos de la oficina y con una sonrisa coqueta me dijo. -así que Tristán Solo me quede en silencio, y me ruborice completamente - Jajajaja no te preocupes pero ahora que se tu verdadero nombre tengo una pregunta ¿el pañuelo no estaba usado no cierto? - No te preocupes era un pañuelo limpio, quisiera pedirte perdón por no decirte mi verdadero nombre, ahora me presento soy Tristán y escribo para esta editorial. - Mucho gusto Tristán, debo confesar que me gustaba más Matt, pero está bien. - ¿Tu porque estás aquí? - A verdad yo seré una de las editoras de esta empresa y me encantaría trabajar contigo siento que tenemos una conexión especial  ¿tú no? - La verdad que si- No le podía mentir a Emilia y aunque no lo quiera admitir ella era Emilia. Cuando llegue a mi departamento no podía dejar de pensar en Nieves y en el parecido que tenía con Emilia y aunque ya hayan pasado casi 100 años de su muerte mi amor por ella aún no se extinguía.          

CAPITULO 3

Cuando llegue a la oficina ella ya estaba ahí esperándome ansiosa por empezar su primer día de trabajo,  mientras yo lo único que quería era que ese día terminara lo más rápido posible para no cruzarme con ella otra vez, sé que suena egoísta pero mis razones eran lo suficientemente fuertes para querer eso.  Comenzamos el recorrido, mientras caminábamos no podía dejar de mirarla, de ver el parecido que tenía  con Emilia y lo único que había en mi cabeza eran las ganas de salir huyendo de ahí para no verla más, sin embargo, había algo más fuerte que me impedía hacerlo solo tenía que ser fuerte y no caer entre sus brazos, no debía por ningún motivo enamorarme de ella aunque ya sentía un cosquilleo en el estómago cada vez que la veía era extraño volver a sentir y esa sensación pero no podía evitarlo.  Cuando llegamos a la que iba a ser su oficina le dije: - Esta es tu oficina espero que sea de tu agrado, puedes hacer lo que quieras con ella. - Muchas gracias, espero que esta sea el inicio de una larga amistad. Me marche, cerré la puerta de su oficina y me dirigí a la cafetería, necesitaba algo dulce para poder pensar bien, prendí la cafetera que tenía un sonido extraño como si fuera a explotar, pero a nadie le importaba al parecer, desde que llegue tenía ese sonido peculiar, las primeras veces preguntaba siempre pero todo el mundo me decía que con el tiempo me iba a acostumbrar al sonido y que cuando explotara la iban a cambiar, ya llevo casi cuatro años aquí y aun la tan esperada explosión no ha llegado, lo único bueno de ese sonido que cuando la habitación estaba en silencio uno ya sabía que estaba listo el café, no era un café maravilloso pero con un poco de leche sabia bastante bien , me serví en un vaso de cartón porque se me había quedado en casa mi tazón del mejor escritor del mundo (fue un regalo que me hizo una admiradora, siempre llegan cartas preguntando si va a ver alguna segunda parte de mi libro, que trato de responder, pero había algo en ese jarrón que me gusto así que lo usaba a diario) y cuando me disponía a darle el primer sorbo a lo lejos escucho una voz femenina que dice - ¿no te molesta que te diga Matt no cierto? - sonreí – no te preocupes no me molesta, ¿necesitas algo? - La verdad es que sí, quiero saber dónde puedo fotocopiar unos documentos, creo que se te olvido mostrarme eso en el recorrido - Jajajaja verdad, lo siento sígueme queda por acá - Ok, te sigo Caminamos hasta la sala de fotocopiado, en completo silencio no sabía que decirle, tenía miedo de dar a conocer mis sentimientos, cuando llegamos le mostré la máquina, le enseñe como se usaba y las trancas que tenía. - Gracias Matt ¿o prefieres Tristán? - Jajajaja como quieras- le dije mientras mi cara se tornaba de un color rojo profundo que esperaba no viera. - Ok te diré Matt.  Me parece tierno cuando te pones rojito.- me dijo con una cara llena de picardía - ¿Enserio? No sabía que se me notara tanto Jajajaja - Si se te nota, bueno me tengo que ir tengo trabajo que hacer un placer volver a hablar contigo, nos vemos. - Chao nos vemos. Y desde ese encuentro no la volví a ver por ese día lo que fue como un alivio torturante porque la quería ver, necesitaba verla, su mera presencia era como una droga sabes que no puedes tenerla pero inconscientemente la debes tener.